Hablemos hoy de el poder de la autoestima. A menudo escuchamos hablar de autoestima y aparentemente parece que una buena autoestima puede ser clave para vivir con pasión y felicidad. No obstante, el término es más complejo de lo que parece ya que se incluye en muchas de las áreas de nuestra vida, por ejemplo, está presente en la toma de decisiones, las relaciones que establecemos o incluso los proyectos que emprendemos. De manera resumida podríamos decir que la autoestima es “el grado de satisfacción que tenemos con la valoración que hacemos de nosotros mismos”. Es cierto que la autoestima está ligada al conjunto de sentimientos o emociones que asociamos con nuestro “Yo”. La autoestima influye en nuestra capacidad de enfrentarnos a desafíos de la vida al igual que puede hacerlo en nuestra capacidad de pensar.
Antes de profundizar en el término “autoestima” sería recomendable pararnos por un momento a pensar en cómo nos sentimos. Para ello te puedes preguntar: ¿Estoy contento/a conmigo mismo/a? o por ejemplo ¿Considero que hago lo que me gusta? ¿me parezco a una persona con la que me gustaría estar?
A la hora de autoevaluarnos en relación con nuestra valía personal, se tienen en cuenta nuestros pensamientos, sentimientos e incluso todas aquellas experiencias que hemos vivido a lo largo de nuestra vida. En relación con este último aspecto, podemos considerar que tanto factores internos (sentimientos, pensamientos o actitudes) como factores externos (experiencias) influyen en dicha autoevaluación.
Para trabajar la autoestima debemos tener en cuenta tres pilares, los cuales deben estar en armonía:
Alta vs Baja auto-estima:
Aquella persona que considera que tiene potencial, suele involucrarse en objetivos más desafiantes. Por ejemplo, una persona con alta autoestima se presentará en un trabajo creyéndose capaz de conseguirlo puesto que considera que tiene talento o recursos para un determinado puesto. No obstante, una persona con baja autoestima pensaría: “Para qué me voy a presentar si seguro que hay gente mucho más preparada que yo”.
De este modo se puede observar cómo la manera de verte a ti mismo desde una visión positiva o negativa condiciona no solo la manera de relacionarte contigo mismo sino también con los demás.
¿De qué puede depender nuestra autoestima?
Experiencias: Incluyendo tanto éxitos como fracasos. A medida que una persona acumula éxitos se siente más segura. Es importante entender el fracaso desde el aprendizaje.
Interpretación del entorno: La manera de interpretarlo que ocurre a mi alrededor afecta a mi autoestima.
Perfeccionismo: Querer ser perfectos no nos permite sentirnos bien con nosotros mismos puesto que cada vez que mejoras en algo siempre buscas algo más allá y no te permites disfrutar y valorar los pequeños pasos que vas dando.
Aceptación: Es importante aceptar parte de lo que yo no puedo cambiar, por ejemplo, yo no puedo cambiar mi altura, pero sí puedo trabajar sobre aquello que veo como potencial.
Calidad de las relaciones. Con ello se hace referencia al sentimiento de pertenencia a un grupo, sentir que los demás nos aprueban o sentirnos integrados.
Según el psicólogo canadiense Nathaniel Branden estos son algunos de los pilares básicos de la autoestima:
Pilares básicos
Vivir de manera consciente: En este caso este primer punto hace referencia a la capacidad de tomar conciencia de nuestros sentimientos, acciones o pensamientos en el momento presente. Para ello es importante que no tratemos de juzgarlos, sino que seamos capaces de contemplar lo que hay en nosotros mismos con el fin de conocernos mejor a nosotros mismos.
Aceptación: Este aspecto lo podríamos resumir en la idea de llegar a ser “un amigo/a de mí mismo/a”. Para ello, me permito ser tal y como soy una vez más evitando la crítica y mostrando compasión conmigo mismo.
Responsabilidad: Resulta muy importante considerarnos responsables de todo aquello en lo que pensamos, decimos o hacemos. De esta manera, dicha responsabilidad requiere ser capaz de aceptar las consecuencias, por ejemplo, sabiendo que tengo derecho a rechazar mi actuación ante un problema. Por ello, soy consciente de que no debo culpar a otros frente a las consecuencias de dicha decisión de no actuar.
Propósito: En este caso es importante que seamos conscientes de que vivimos con un propósito y para ello no solo tenemos en cuenta nuestras metas, sino también la manera de alcanzarlas. Para ello este mismo autor recomienda ir evaluando y cuestionándonos temporalmente si vamos por el camino correcto para llegar a dichas metas.
Integridad: Debe existir una coherencia entre lo que hacemos y lo que decimos. Es decir, dicha integridad está relacionada con la coherencia entre nuestros valores y nuestros actos
Asertividad: Soy capaz de valorarme a mí mismo y lo más importante no es agradar a los demás respetando mis propias necesidades, valores y deseos.
A pesar de que tener en cuenta los pilares que se acaban de mencionar sin duda puede ayudar a mejorar nuestra autoestima, a continuación, se presentan una serie de indicaciones o recomendaciones para el día a día que también nos pueden ayudar:
¿Cómo puedo mejorar mi autoestima?
Ten en cuenta que la principal responsable de una baja autoestima es esa voz interior que te dice: “Nunca serás capaz de hacer esto” “Lo haces peor que el resto”. Es importante cuestionar la veracidad de estas afirmaciones.
Evita la comparación con los demás, céntrate en ti sabiendo que eres una persona única.
Reflexiona acerca de los aspectos positivos de tu día a día. Acéptate y perdónate.
Rodéate de personas en las cuales te puedas apoyar emocionalmente, que te ayuden a crecer personalmente y de las cuales puedas aprender.
Dedícate tiempo. Es importante que dediques tiempo para aquellas actividades que te sean de agrado por ejemplo la realización de actividad física o todos aquellos hobbies que te hagan feliz.
Introduce críticas constructivas. Todo aquello que te digas a ti mismo debe servir para mejorar y crecer no para bloquearte o humillarte.
Establece metas realistas. Es importante que puedas cumplir estas metas, siempre siendo capaz de aceptar nuevos retos y teniendo en cuenta que no debemos culpabilizarnos por un posible fracaso, sino que éste sirva para aprender y realizar las cosas de otra manera la próxima vez.
Todos estos puntos antes descritos son muy trabajables en terapia, si necesitas una ayudita, ya sabes. www.edspsicologia.com
Recuerda:
“Hasta que no te valores a ti mismo, no valorarás tu tiempo. Hasta que no valores tu tiempo, no harás nada con él”.
-M. Scott Peck-
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Artículo elaborado por:
Fátima Maestu Ortega
Estudiante de Psicología en la Universidad Villanueva